Llegó el día que muchos y muchas esperaban: la Infanta
Cristina ya está imputada en el Caso Noos. Tendrá que declarar ante el juez,
José Castro, el sábado 27 de abril a las diez de la mañana. No hay que
alegrarse del mal ajeno pero sí debemos estar contentos de que se demuestre que
la Justicia “es igual para todos” y que lo “extraño” hubiera sido que “no
llamaran a declarar a la hija del Rey”. De esta manera se comprobará o no si
conocía de los asuntos en los que estaba inmerso su marido, Iñaki Urdangarín.
Después de meses de juicios mediáticos, aquellos agoreros
que afirmaban que nunca imputarían a un miembro de la Casa Real se han tenido
que tragar sus palabras, porque la Justicia “no está tan comprada” como se
suele decir. Todo esto supone un “halo de esperanza” para una ciudadanía que ha
perdido la fe y la confianza en las instituciones.
De todas formas me pregunto por qué se ha tardado tanto en
llamar a la mujer de Urdangarín. Fue el propio jefe de Estado el que hace dos
años, en su discurso de Navidad, aseguró que “la justicia debía ser igual para
todos” y parece ser que el juez se ha tomado al pie de la letra esta afirmación
del Rey.
¿Existía cierto miedo a imputar a la Infanta?¿No hubiera
sido mejor no haber esperado tanto para que declarara?¿La Casa Real hubiera así
evitado esos juicios paralelos? Seguramente eso nunca lo sabremos, pero sí
conoceremos más en profundidad ese Caso…
Lo que está claro por ahora es que en España nadie
puede evitar ser imputado o juzgado. Sólo quedan otros tantos casos por revelar,
como por ejemplo el de los EREs de Andalucía, el de Bárcenas…En unos tiempos
en los que millones de personas lo están pasando mal debido a la crisis
económica, lo único que se pide es justicia y que paguen aquellos que
supuestamente “malversaron y se lucraron con dinero
público”.
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