jueves, 18 de abril de 2013

La locura por las dietas: la operación bikini


Ya está todo el mundo “estresado” apuntándose a gimnasios y haciendo dietas imposibles. Parece que sólo nos acordamos de la vida sana cuando hay que lucir cuerpo en la playa o en la piscina, el resto del año no nos importa tanto. Reconozco que yo pertenezco a este grupo que se acuerda de “Santa Bárbara cuando truena”. A principios de año siempre comento que me voy a apuntar al gimnasio pero pasa enero, febrero, marzo y llega ya la semana santa y empieza a rondar más por mi cabeza la idea de hacer deporte. ¿Por qué? ¡Pues porque todo luce mejor cuando estás en forma! Y ha llegado abril y ya estoy manos a la obra.



Lo del tema de la dieta para mi, es pasado. Ahora que he logrado comer todo lo que me dé la gana y no engordar. ¡Lo que me faltaba! Años me ha costado que el metabolismo se pusiera de mi parte y eso que nunca llegué a ser una persona obesa sino – ¿cómo era el término?¡Ah sí, llenita!-¡Vamos, con unos cinco kilos de más!

Los que me conocen saben que hice en su día varias dietas (hasta la de la sopa que era horrible y duré un día y medio). Bajaba tres kilos y nada más… Transcurrieron varios años y fui a un dietista –conocido en Santa Cruz- con cuya propuesta no llegué a bajar mucho, pero su error me llevó a la larga a reducir peso. Este especialista (no quiero decir su nombre) –sin preguntar si había antecedentes de cólicos nefríticos en mi familia-me dijo que yo engordaba porque “retenía líquidos”. ¿Y qué hizo? Pues me indicó que siguiera una dieta cargada de lácteos y que bebiera sólo un litro y medio de líquidos a diario (incluyendo agua, zumos, leche, refrescos light…).

¿Qué ocurrió? Pues que bajé unos dos o tres kilos pero a las pocas semanas, un viernes me empecé a encontrar mal hasta el punto de que se llegó a pensar que era apendicitis, pero resultó ser un cólico nefrítico. Tuve que pedir la primera baja laboral durante una semana, nunca había solicitado ninguna, pero del dolor tuve agujetas y no me podía ni mover. En esos siete días, bebiendo agua para eliminar de los riñones “la arenilla”, que era de calcio (principal componente de la leche), bajé más peso que en toda la dieta. Lo peor es que meses después –tal y como me anunciaron los médicos especialistas-el cólico se repitió para eliminar la “arenilla” que quedaba. En definitiva, reduje peso tras sufrir dos cólicos nefríticos.

A partir de ahí, comencé a beber mucha agua y a pasar “tres kilos” de las dietas. Llegué a la conclusión de que la salud es lo primero y que por mucho que acudas a un dietista, la que conoce su propio cuerpo es una misma. Así que no se obsesionen, ya que cuando menos lo esperen bajarán de peso

¡Disfruten de la comida que es uno de los placeres de la vida!

Fuente:www.mujerdepeso.blogspot.com

3 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Me encantó :D
Muy acertada la viñeta de Maitena

MiriFdez dijo...

Muchas gracias Silvia!!Es que me pareció adecuada para demostrar que nunca estamos contentas con lo que tenemos!!!