La Terraza Jet foil, A bordo, Nooctúa Santa Cruz, Camel
Bar, Manhattan, Arkaba… estas terrazas, discotecas y pubs
eran (aunque unas pocas siguen existiendo) los reyes de la noche de la CAPITAL
tinerfeña en los 80 y 90. Y escribo capital con mayúsculas porque cada vez Santa Cruz de Tenerife se parece más a un
pueblo.
Fue a comienzos de este nuevo siglo -años 2002, 2003- cuando
las áreas de ocio nocturno empezaron a desaparecer. ¿Y cuáles fueron los
motivos? Grupos de vecinos se unieron para formar una plataforma contra el
ruido y el Ayuntamiento fue primando el derecho al descanso sobre el
divertimento. Incluso el Carnaval de Santa Cruz, de interés turístico
internacional, estuvo a punto de no celebrarse en 2007 porque causaba “demasiado
ruido”.
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Avenida de Anaga de Santa Cruz de Tenerife Fuente: www.ilovesantacruz.es |
Es cierto que los vecinos tienen derecho al descanso, pero
también es verdad que Santa Cruz de Tenerife no puede ser la única capital de
provincia que está “muerta porque no tiene ocio”. Afecta a nuestra imagen como ciudad
portuaria y turística, considerada el tercer destino mundial de cruceros.
Seguramente los
residentes en lugares de bares y pubs de Madrid, Barcelona, Sevilla, o de nuestra
vecina Las Palmas de Gran Canaria se quejen y presenten también denuncias por
ruido pero allí el ocio nocturno no se ha visto perjudicado. Pero el caso es
que en Santa Cruz la balanza está muy desequilibrada: se decanta en pro del
vecindario, cuando es probable que exista una solución intermedia que concilie
ambas cosas: diversión y descanso.
Esta última medida de cerrar las terrazas a las 12 de la
noche no perjudicará sólo a aquellos que quieran tomar una copa un fin de
semana, sino que conllevará –en un momento de crisis como el actual- a la
pérdida de muchos puestos de trabajo en bares y cafeterías así como al cierre
de negocios.
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Terrazas en la calle de la Noria. Santa Cruz de Tenerife Fuente: Tinerguia |
Una de las soluciones intermedias que podría “salvar” la noche santacrucera en menos de cinco años sería
aprovechar las naves industriales en desuso del puerto y convertirlas en bares, terrazas y discotecas.
No sería una apuesta descabellada ya que ciudades como Alicante o Melilla lo
han llevado a cabo. De hecho, hace años se planteó hacerlo en la capital
tinerfeña.
Por el bien de todos, de vecinos, de jóvenes, de
trabajadores y de los dueños de bares y cafeterías, esperemos que esta medida se
recapacite, no se efectúe y se tome una decisión que contente a todos.
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